Hay más de 300 millones de #selfies en Instagram. Y cada día hay más de un millón más. Nunca hasta ahora ha habido en el mundo tantas imágenes de nosotros mismos. Nunca hasta ahora una imagen había significado tan poco.
¿Cuánta verdad hay en esos selfies? ¿Cuentan algo de cómo somos realmente? ¿Cuántas sobrevivirán al paso del tiempo? ¿Es un selfie lo mismo que un autorretrato? Absolutamente no.
Un autorretrato es una mirada personal hacia uno mismo. Es saber llegar al alma de uno mismo. Un lenguaje íntimo, sincero, sin adornos. Quizá por eso el autorretrato ha sido uno de los grandes temas del arte. Los creadores más importantes de la historia del arte han recurrido a él para explorar quiénes son y tratar de contarse a los demás. Personas con sustancia, con algo que contar. Gente vestida por dentro.
En Adolfo Dominguez llevan 40 años creando para esa inmensa minoría. Defendiendo una mirada personal, de autor, que se retrata y se posiciona frente al discurso imperante. Porque frente a la inmediatez, la fugacidad y la frivolidad de este mundo en que vivimos, nosotros creemos en lo atemporal, lo eterno, lo que fue y será.
Un autorretrato es una foto de uno mismo. Pero no es un #selfie.
¿Hablamos?